Un artículo N.K. Blog de referencia para la educación de nuestros hijos.
Yo solito, ¿vale?
¿Dejamos
que los niños sean ellos mismos?
Actualmente vivimos tan apurados, tan
convencidos de la falta de tiempo en nuestras vidas, que solemos
optar por hacerles las cosas a nuestros hijos, ya que nos resulta más
sencillo y rápido así. Y después de toda esa implicación,
sacrificio y control, tenemos que esforzarnos por no considerar sus
fracasos nuestros fracasos.
¿Es
tan difícil fomentar su autonomía?
Vamos a necesitar práctica y
determinación para hablar a los niños en formas que fomenten la
independencia, eso es cierto. Igual que hace falta gran moderación
para no dar un consejo, sobre todo cuando estamos seguros de tener la
respuesta. Sin olvidar que habrá que luchar contra la profunda
satisfacción de que nuestros hijos nos necesiten…
¿Por
dónde empiezo?
No ocupando su lugar.
Ni eliminando sus dificultades.
Ni haciendo las cosas por ellos, o lo
que es lo mismo, permitiendo que se ocupen de sus responsabilidades
por sí mismos, permitiéndoles resolver sus problemas, dejándolos
para que aprendan de sus propios errores.
Pero es difícil no lanzarse a la
acción.
¿Qué ocurre cuando una persona es
totalmente dependiente de otra? Que inevitablemente cabe suponer que
surgirán ciertos sentimientos: <<soy tonto>>, <<no
puedo hacer las cosas solo>>, <<necesito ayuda para
todo>>, <<no confían en mí porque no soy capaz de
hacerlo>>.
Volverte dependiente es anularte como
persona, además de privarte de libertad.
Con el tiempo, no es extraño que vayan
floreciendo fuertes creencias proyectadas al futuro: <<nunca
voy a poder hacer nada solo>>, <<los demás siempre van a
saber más que yo>>, así como de resentimiento, deuda,
ineptitud, frustración y rabia.
Para fomentar la autonomía de los niños
y permitir que desarrollen habilidades que les hagan confiar en ellos
mismos, tendremos que esforzarnos por no intervenir inmediatamente. A
pesar del miedo y la necesidad de dirigir la situación bajo nuestro
parecer y experiencia, los niños necesitan experimentar solos,
equivocarse solos y probar a solas nuevas formas de hacer las cosas y
de conseguir éxito y confianza. Aquí se muestran algunas
sugerencias al respecto:
Dejar que hagan sus propias elecciones (como
práctica para la vida adulta podemos darles la oportunidad de
ejercitar su propio juicio dentro de actividades cotidianas).
Demostrar
respeto por los esfuerzos del niño (de
tal forma que se animará a terminar sólo lo que está haciendo). A
veces cuando le decimos a un niño: “inténtalo, es muy fácil”
no le estamos haciendo ningún bien. Si al final consigue hacer algo
que hemos calificado como “fácil” sentirá que al fin y al cabo
tampoco ha logrado gran cosa. Y si fracasa, además habrá sido
haciendo algo sencillo.
Mientras lo
intenta podemos ofrecerle alguna información útil. “A veces
ayuda…”
No
hacer demasiadas preguntas Una pregunta común que parece
experimentarse como una presión es “te divertiste hoy?”
No
apresurarnos a dar respuestas Por lo general cuando un niño
hace una pregunta ya ha meditado un poco la respuesta. Nos pueden
utilizar para explorar algo más sus pensamientos.
El proceso de
buscar la respuesta es tan valioso como la respuesta misma.
Animar
al niño a buscar recursos fuera de su hogar como queremos
que sientan que no son totalmente dependientes de nosotros, podemos
mostrarles recursos a los que pueden acudir en busca de ayuda para
sus problemas.
No quitarle la esperanza
(al intentar protegerlos de una decepción les impedimos que sueñen
y a veces también que realicen estos sueños).
También cuando tratamos de resolver
problemas juntos estamos fomentando la confianza en ellos mismos.
Por último, conviene observar los
momentos en que nos agitamos o involucramos en exceso, para
preguntarnos: ¿debo encargarme de la situación? ¿O puedo
dejar que los niños se hagan cargo de esto?
Comentarios
Publicar un comentario